El Guisante Asesino
Experiencia creativa de Joan Forner
«Deséalo con fuerza, dijo una voz. Deséalo, y cuando lo tengas no lo sueltes hasta que pueda alzar el vuelo». Pero hasta el más sabio de los consejos se mece en la duda al zambullirse en lo intrínseco del ser. Si no se puede desear lo que no se conoce, como sostuvo Ovidio, ¿cómo iba yo a ponerle nombre a mis ideas? Así, se presentaba ante mí un reto mayúsculo el día en que no fui más que un novicio graduado: recopilar una porción de esos trabajos y conocimientos adquiridos del bombeante universo publicitario.
Un proyecto que empezó como un mero experimento al que había que llamar de algún modo. Ese insigne concepto que tanto gusta al marketing; «necesitas un leitmotiv», dicen los expertos. Un elemento central, sólido y representante. Y fue entonces, en una ponencia de Javier Royo en Salamanca, cuando el contexto llevó en brazos al pretexto. Javier (Estudio Javirroyo) charló, fascinó, y mostró ante mi un personaje burdo, entrañable, tierno y seductor: la Cebolla Asesina. Una cebolla con un machete que no soporta el juicio de los demás y se revela contra el mundo. No tardé en dar con uno de esos cómics de sumo desparpajo, humor, sexo, caos y los habitantes de un mundo vegetal que rebosan una grotesca humanidad.
Me gustó esa idea, la del antihéroe, de lo absurdo y paradójico, de la transgresión del cliché, ese punto de encuentro entre lo real y lo ficticio. Aquello que muchos han definido como uno de los pilares de la creatividad. Démosle pues, ese pequeño y meritorio homenaje. Un guisante, por ser diminuto y explosivo. Por ser un arvejo cojonero en cuentos infantiles. Y por querer darle, a esa cebolla, el verdadero hermano que nunca tuvo.
Así es mi particular mundo vegetal. El auténtico berenjenal en el que me metí cuando empecé este experimento, que con el tiempo, ha cobrado vida y ahora vuelve para reclamar lo que es suyo. Bienvenidos al mundo del Guisante Asesino, mi proyecto de book virtual.
|